
Muchas veces comenzamos las transformaciones ágiles implementando algún framework de agilidad como Scrum, Kanban, LeSS, Spotify Model, SAFe, entre otros.
Nos llenamos de prácticas, cursos, certificaciones, nos convertimos en una biblioteca humana de conocimiento con herramientas bajo el brazo y nos enfocamos en perfeccionarlas, llamándolo "incrementar la madurez" (¡como si fuera un videojuego donde subimos de nivel!).
Pero entonces, ¿por qué no estamos obteniendo el valor esperado en la empresa? Recordemos que el Manifiesto Ágil nos dice: "Software funcionando sobre documentación extensiva". Y no olvidemos que los principios Lean nos dicen que el valor es el rey 👑: hay que identificarlo y mapear su flujo para entregarlo de manera efectiva.
La diferencia entre hacer agilidad y ser ágil es como la de alguien que estudia para un examen memorizando respuestas y otro que realmente entiende el contexto, el propósito y los beneficios de lo que aprende. Uno repite lo que le enseñaron, el otro analiza, adapta y aplica. Uno es el loro que recita, el otro es el ninja que improvisa. 🥷
🎮 Algunos ejemplos en la vida real:
Hacer agilidad: Realizar una retrospectiva porque lo dice Scrum. Ser ágil: Usar la retrospectiva para aprender, aplicar mejoras de inmediato y evolucionar el equipo (sin convertirlo en una sesión de terapia colectiva donde todos se quejan y nadie actúa).
Hacer agilidad: Convertir requerimientos en Historias de Usuario solo porque "así lo hacemos ahora". Ser ágil: Escribir Historias de Usuario que realmente expresen la voz del cliente, con valor real (¡no solo cambiar el formato de especificaciones y darle un toque moderno!).
Hacer agilidad: Priorizar un backlog según lo que diga el jefe (¡porque aquí se hace lo que diga el que grita más fuerte!). Ser ágil: Priorizar en función del valor para el cliente, la empresa y el equipo.
Hacer agilidad: Implementar un marco de agilidad escalada porque "es la moda" y mantener la jerarquía disfrazada de nuevos roles. Ser ágil: Permitir que los equipos se auto organicen y tomen decisiones alineadas a la estrategia y el valor esperado (¡bye, bye microgestión!).
💡 Algunas razones por las que la agilidad podría estar fallando:
Falta de liderazgo con el mindset correcto (¡ser jefe no es lo mismo que ser líder!).
No se comprenden los valores y principios ágiles (¡lean el manifiesto, gente!).
Se intenta mantener el status quo (¿y entonces dónde está la mejora?).
No se rompen los silos (¡parecen paredes de concreto, no equipos!).
Se cree que ser ágil es solo entregar más rápido (¡esto no es una carrera de velocidad!).
Se implementan prácticas y frameworks como un fin en sí mismos, no como un medio (¿Scrum es tu fin? ¡Piensa otra vez!).
La agilidad solo llega a nivel operativo-táctico, pero no a la estrategia (¡la agilidad también debe sentarse en la mesa grande!).
Todo es "urgente" y se prioriza por presión, no por valor real (¡el que grita más fuerte no siempre tiene razón!).
Hacer agilidad comienza con cambiar el mindset. La mentalidad ágil se basa en valores y principios que guían las prácticas. No se trata de "hacer Scrum" o "seguir Kanban", sino de crear una cultura que realmente viva la agilidad. 🚀
🚀 Reflexión final:
Como agilistas, a veces nos perdemos en la implementación de procesos y olvidamos que la verdadera agilidad está en el impacto y el valor. La meta no es "ser buenos en Scrum", sino en entregar valor continuamente.
🔍 Qué opinas:
¿Conoces otros ejemplos que reflejen la diferencia entre hacer agilidad y ser ágil?
Cuando integras un colaborador a la empresa, ¿cómo distingues si solo "sabe de agilidad" o realmente la vive?
¿Qué otras razones identificas por las que la agilidad podría estar fallando?
🔗 Comparte tus ideas en los comentarios y sigamos aprendiendo juntos. ¡La agilidad es un viaje, no un destino! 🚀💡